jueves, 20 de octubre de 2011

Galicia

Como ya dije antes, para mí las regiones de España eran sólo nombres. No sabía donde era cada una y sólo tenía prejuicios gruesos sobre cada una.
Fuimos a Galicia porque mamá tenía ganas hace tiempo. Ahí me enteré que Galicia es el pedazo de España que está arriba de Portugal, hacia el océano atlántico y el mar cantábrico.
Llegando a España desde Portugal nos recibió el clásico cartel de la Unión Europea con la palabra "España" y las estrellitas, con un graffiti por arriba que decía "Galiza". Pucha, un nacionalismo más dentro de España.
El paisaje es divino, verde, quebrado, parecido a Inglaterra.
El lugar en el que estuvimos más fue Santiago de Compostela, que amerita un post aparte. Después recorrimos algunos lugares, sin saber mucho qué esperábamos, disfrutando de lo lindo de sorprendernos.
Pasamos por Vigo, queríamos parar a comer pero el tráfico resultó caótico, y no logramos encontrar el lugar lindo en la costa que seguro debe existir.
Buscándolo, llegamos a este lugar, que era al lado de la ciudad de Vigo y que era un camino con árboles a los costados y una vista hermosa de la ría. Las rías -aprendí en Galicia- son entradas del océano en la tierra. 
Después de Santiago pasamos por La Coruña, de la cual no sabíamos más que la panadería La Coruñesa. Resultó una ciudad divina, con una rambla muy linda con pleno océano - cómo me gustan las ciudades con costa...!-.
Hay un faro, que se llama la Torre de Hércules, que es el más antiguo del mundo que aún está en funcionamiento. Es del siglo I, construido por los romanos. Los romanos estuvieron asentados en Galicia en esa época, y la usaron como base para conquistar Gran Bretaña.
 El faro sigue en funcionamiento, con la misma estructura del siglo I, remodelada en el siglo XVIII.



 Eso que se ve desde el faro es una rosa de los vientos, con los puntos cardenales y representaciones de lo que se encuentra para cada lado.

Se representa Irlanda, con un trébol, el lugar donde sale el sol, con una flor, los territorios celtas y Galicia, fue hecha en 1994.

Porto

Al pasar de España a Portugal, en seguida se nota el cambio. Los pueblos son lindos y con aire de otro tiempo, con casas pintadas de blanco y viejos sentados al borde de la carretera. Se ven autos de los 80 y 90, que en el resto de Europa son rarísimos.
La ruta por la que entramos, que fue como a la altura de Lisboa, me hizo acordar un poco a la zona de Flores de Uruguay, con campo quebrado, con vacas y caballos y campos alambrados. En el resto de Europa, no es tan común el alambrado, hay más cercos naturales, y hay mucho más agricultura que ganado.
Fuimos a Porto, que es una ciudad bastante grande al norte de Portugal. Nos quedamos en una playa en las afueras, con rambla muy parecida a la de Montevideo pero con océano Atlántico.
La primera noche, apenas llegamos salimos a comer a la rambla. En una calle por ahí, nos encontramos con esta estampa:
Increíble un medio tanque en pleno Porto! Ya me sentí como en casa.
Los portugueses me parecieron gente agradable, aunque casi increíble que sean "los padres" de los brasileros, porque no tienen nada que ver. Son un poco más grises, como melancólicos, me hicieron acordar a nosotros mismos. Debe ser por el frío.
La ciudad vieja de Porto es divina, con una geografía quebrada, con callecitas estrechas y casas con azulejos en las paredes y ropa colgada.


Se nota que no es un país tan desarrollado como los demás de Europa, se ve en la ropa de la gente -no tan "a la moda" como en otros países-, y en la ciudad en sí, que no está "impecable". Para mí eso le da un encanto impresionante, una belleza más auténtica. Debo ser una rea bárbara, siempre me gustan las ciudades más descuidadas, je.
 El río Duero pasa por la mitad de la ciudad, y la parte de la costa es re linda.






 De un lado hay muchos lugarcitos como para comer algo, y del lado de enfrente está lleno de bodegas de vino de Porto (lo que conocemos como Oporto). Nunca había probado, es como un vino tinto mucho más dulce y espeso, y con bastante alcohol (como 20 grados).