lunes, 20 de junio de 2011

El Ganges y Bollywood

Creo que lo más interesante de India es la mezcla que se da en una sociedad que mantiene formas de vida y costumbres tradicionales y que a la vez es el segundo país más poblado del mundo, con una economía que crece a tasas muy altas hace varios años, con ricos que son ricos en serio y pobres que son realmente pobres. Así, se mezclan los leprosos intocables con jóvenes que hablan varios idiomas, trabajan en call centers y se visten en Levi’s.

Hay una alta sociedad que vive en medio del lujo; florecen los diseñadores jóvenes de ropa, de casas, de comida; y Bollywood, el centro de producción de películas de India, produce cada año miles de horas de producción nacional india.

Como pasa en todos lados, mirando la tele y viviendo en hoteles caros uno podría olvidarse de que la mayoría de la gente es pobre y de que se abortan niñas sólo por no ser varones.

La familia, la propiedad privada y el amor

Hay pila de costumbres que pensé que ya no estarían tan vigentes, pero sí. La gente se casa casi siempre dentro de la misma casta y en general lo hacen siendo muy jóvenes: aunque la ley indica que la mujer debe tener 18 años para casarse, vi muchas mujeres vestidas como casadas que parecían de mucho menos. Las mujeres casadas usan muchos signos externos “para que nadie las desee”. El principal y más inequívoco (porque sólo las casadas lo usan) es una marca roja en la cabeza, desde la frente y en toda la raya de la cabeza. Se cree que si la mujer tiene una raya larga en el pelo, el marido vivirá muchos años. Luego hay otras “marcas” que indican que la mujer es casada, como un piercing en la nariz, anillos y pulseras en los pies o pinturas en el cuerpo con henna. Los hombres casados, en cambio, no lo manifiestan de ningún modo.

Los matrimonios son arreglados entre los padres de los novios. Se le presenta una foto de la mujer al hombre y si le gusta, proceden a presentarlos (a la mujer no le muestran nada, suerte en pila!) La fiesta de casamiento dura seis o siete días y la paga el padre de la novia. Además, tiene que pagar la dote y aportar algunos bienes al nuevo hogar. Las buenas candidatas son mujeres educadas y que demuestran ser buenas amas de casa. Entre la educación, la dote y la fiesta, tener una hija es carísimo. Por eso y probablemente por motivos de valoración de los géneros, el “feticidio” de niñas es un problema importante en India.

Tradicionalmente en India y en Nepal, al morir el marido las viudas se convertían en “descastadas”, “intocables”. Esto quiere decir que nadie les da trabajo ni alojamiento y debían vivir de la caridad. Ante eso, tenían tres opciones. La primera de ellas era quemarse vivas junto al cuerpo de su marido. Un poco drástico, sí. En Nepal esa era la norma hasta 1923, cuando se prohibió esa práctica. Es curioso, pero casi cien años después de esa prohibición, el guía hacía una distinción entre “morir” y “ser cremada”. La segunda opción era casarse con el cuñado (hermano del esposo) y la tercera era irse a vivir en comunidad con otras viudas. Nos recomendaron una trilogía de películas de una directora india que vive en Canadá, que se llaman “Aire” (o “Agua”, no me acuerdo), “Tierra” y “Fuego” y muestran la vida de las viudas en cada una de esas opciones.

Las diferencias entre los géneros son bien marcadas. En la calle hay más hombres que mujeres en general, y de noche la diferencia es abismal. Casi no se ven mujeres y las que se ven están casi siempre con un hombre. Por eso, los hombres en la calle son bastante pesados con las mujeres occidentales. Miran mucho, se acercan y sacan charla, pero siempre con segundas intenciones.

Casi todas las mujeres indias están vestidas con sari, la vestimenta tradicional, que es un pañuelo largo de tela, puesto como pollera y luego cruzado adelante, dejando la panza al aire. Las telas son elegantes, muchas veces brillantes, limpias y bien planchadas, incluso en las situaciones más cotidianas. El tercer ojo rojo (a veces amarillo) en la frente, símbolo de buena suerte, es infaltable en las mujeres y a veces también lo tienen los niños y los hombres. Las pocas mujeres que se visten con ropa occidental se cubren hasta las rodillas y no usan escotes. Entre los hombres, en cambio, la vestimenta es casi totalmente occidental, con un estilo setentoso de pantalones tipo oxford ajustados en la cola.

Los niños están vestidos con estilo occidental aunque un poco distinto, con muchas cosas brillantes, o con tul. A los bebés les delinean los ojos (eso lo vi más en Nepal que en India), lo que les da un aspecto bastante sombrío, sobre todo porque suelen tener el maquillaje corrido de llorar, moquear y esas cosas de niño. A las niñas chicas, como hasta los seis años, les dejan el pelo corto como varón.

Algo que me llamó mucho la atención fue la relación que tienen los hombres entre sí. Los amigos o familiares se abrazan, caminan de la mano, se tocan, se sientan uno arriba del otro. Es una relación como la que pueden tener las adolescentes mujeres en Uruguay, pero en los hombres, incluso en hombres grandes.

jueves, 16 de junio de 2011

El opio de los pueblos

Ayer en la cena comentábamos lo presente que está la religión en la vida cotidiana en India. Hay muchas normas sociales que están explícitamente vinculadas al pensamiento hinduista.

Para empezar, el sistema de castas, que la ley prohíbe pero que sigue vigente. Por ejemplo, nuestro guía nos explicó con naturalidad que él es de la casta de comerciantes. Además, siguen existiendo los “intocables”, encargados de los oficios que nadie quiere hacer.

Por otra parte, el tema de la carne roja. Las vacas caminan tranquilamente por la calle; y es imposible encontrar carne roja, a lo sumo cordero o cerdo… Por ejemplo, en el McDonald’s de Delhi sólo hay hamburguesas de pollo o pescado. Ahí se puede ver un cartel que dice:

“Beef, pork and their products are not sold here”.

También comprar alcohol es complicado, lo venden sólo en lugares especializados que son tremendos antros, donde sólo van los hombres y hay que ser mayor de 25 años para comprar. En una licorería de Delhi había un cartel que decía:

“Drinking in public places is a punishable offense” .

Por otra parte, la astrología es considerada una ciencia y es muy tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones tales como inversiones o matrimonios. Fuimos a un observatorio astronómico en Jaipur, donde conviven el reloj de sol más grande del mundo e instrumentos para ubicar los puntos cardinales con instrumentos para ubicar el signo del zodíaco cada día del año y otros para medir el “ascendente” que rige a cada hora del día en Jaipur.

Todo eso resulta chocante para nosotros, educados en un país donde la educación es “laica, gratuita y obligatoria”, donde la religión es percibida como un asunto más bien privado y donde los círculos “intelectuales” perciben la religiosidad y la espiritualidad en general como un signo de debilidad.

Sin embargo, creo que la principal diferencia entre India y Uruguay (u occidente en general) es que nuestra cultura también se basa en la religión o más bien en el pensamiento judeo cristiano, pero de forma más implícita. Los pensamientos democráticos que parecen tan laicos como “libertad, igualdad, fraternidad” no son más que el “ámense unos a otros como yo los he amado” de los evangelios cristianos o el “amar al prójimo como a uno mismo” de la Thorá. Las valoraciones morales que hacemos nosotros, el papel que le damos a la familia, a la fidelidad, a la solidaridad, nuestra percepción del cuerpo, también tienen orígenes religiosos, aunque nos empeñemos en pensar lo contrario.

Ideas desordenadas sobre el desarrollo y las oportunidades

Hay un economista de la India, Amartya Sen, que define el desarrollo como el proceso por el cual se amplían las oportunidades, entendidas como la libertad de cada persona de elegir el tipo de vida que valora y tiene motivos para valorar.

En este viaje se me planteó muchas veces la pregunta de qué es un país desarrollado. También me pregunté qué lleva a un país a “desarrollarse”, pero me doy cuenta de que esa pregunta tiene implícita una idea de linealidad del desarrollo, como si se pudieran ordenar los países en una escala de desarrollo (que de hecho es una de las grandes tareas de la economía del desarrollo en nuestros tiempos). Tendemos a pensar que “desarrollarse” es parecerse a los países occidentales ricos.

(Entre paréntesis:

En el viaje muchas veces con los chiquilines hemos “diseñado” indicadores, entre mates y charlas de la vida. Por ahora el que venía ganando es el “indicador de la bocina”, que mide el desarrollo según la cantidad de bocinazos que toca un coche en promedio en una hora. Según ese indicador, China estaría muy atrás en la carrera por el desarrollo).

Más que en una escala gradual, pensar en el desarrollo como la posibilidad de que cada uno viva el tipo de vida que tiene “razones” para valorar obliga a pensar en un complejo “mapa del desarrollo”, donde tengan lugar todos los pueblos, con sus sensibilidades, sus prioridades, sus formas.

El hermano mayor

India es a Nepal lo que Argentina es a Uruguay. Los nepalíes no soportan a los indios. Los indios hablan de los nepalíes con cariño. Nepal intenta afianzar su nacionalidad en su geografía. Los indios se refieren a Nepal como si fuera un estado de la India (de hecho lo fue hasta la década del ’40 del siglo XX).

India


Al contrario de lo que me pasó en Nepal, de India tenía una idea formada de lo que creía que iba a encontrar. La primera ciudad a la que fuimos fue Varanasi, por donde pasa el Ganges.

Es una ciudad pobre y caótica, parecida a la imagen preconcebida que yo tenía de India, con mucho polvo en la calle, hombres de gesto adusto con turbantes y niños corriendo desnudos. El tránsito es desordenado, los camiones y ómnibus mandan, tocando la bocina para que se corran las vacas que caminan libremente, los rikshaw (bicicletas con un carrito enganchado que funcionan como taxis), las bicicletas, las motos y los autos.

La pobreza domina el paisaje, incluso las zonas donde viven los ricos, que están descuidadas y no tienen vereda. Las vacas, flaquísimas, comen de la omnipresente basura. Los mendigos, muchísimos, pasan las horas con las manos hacia el cielo, cantando sus letanías. Entre el caos, la vida pasa, la gente ríe, llora, duerme, conversa. Las mujeres visten sus ropas típicas, elegantes con su tercer ojo y sus dientes deshechos.

Al otro día de llegar a Varanasi nos levantamos a las 4 menos cuarto de la mañana, para ir al Ganges al amanecer. A esa hora es cuando los hindúes acuden en el río, que es para ellos la diosa del cielo y bañarse en sus aguas asegura la vida eterna. Todos los hindúes peregrinan hacia el Ganges al menos una vez en su vida y/o desean que después de morir sus cenizas sean tiradas al río sagrado.

Por los cuentos de otra gente, creí que iba a ser muy duro, que me iba a desagradar. Me sorprendí mucho porque no me pasó eso. Lo que sentí fue una fascinación enorme ante esa fiesta humana de gente muriendo, riendo, durmiendo, jugando, cremando sus muertos y lavando ropa. Es un mundo totalmente distinto, la sensibilidad de la gente es muy diferente a la nuestra y creo que es eso lo que nos genera rechazo, miedo o asco.

El río es ancho, el agua está sucia pero no tanto como uno podría suponer. A las orillas hay “gahts”, que son escaleras de cemento para bajar hacia el agua. Hay dos gahts especiales para cremar muertos. Lo más preciado es ser quemado con leña, pero es caro. Por eso, hasta hace unos años los cuerpos de los pobres eran tirados al río, pero ahora existe un servicio público de cremación en hornos. Hoy en día se tiran al río sin quemar los cuerpos de los niños menores a cinco años y mujeres embarazadas, porque los niños no tienen religión; los cuerpos de los monjes, porque son muy sagrados para ser quemados; y los cuerpos de los leprosos, que aún hoy se considera que tienen en la piel las marcas de su maldad. Igual que en Nepal, cuando se tiran los cuerpos o las cenizas se tira con ellos oro, dinero o comida, para asegurarles un buen pasar en la próxima vida. Igual que pasa en Iemanjá, el río se llena de gente buscando los tesoros que se echaron al agua.

Como el río es sagrado, mucha gente enferma o vieja se va a sus orillas a esperar la muerte. Desde mi cabeza occidental, es inentendible, injusto, indignante… pero claro, las visiones de la vida, la muerte y la vida después de la muerte son tan intransferibles, tan culturales, tan morales, que no puedo más que maravillarme ante esa gente.







Existen cinco gahts que son especialmente sagrados porque la mitología cuenta que en ellos se apareció algún dios. Vimos uno de ellos, que estaba lleno de gente: hombres, mujeres y niños bañándose, nadando, jugando a la pelota.

También hay bajadas al río que no tienen cemento, donde trabajan los lavadores de ropa, quienes pertenecen a una de las castas más bajas.


Nepal (recortes de mails)

Aca estoy en Chituan, Nepal, un pueblo, donde los elefantes caminan
por la calle cargados de paja, las mujeres sonríen con su vestimenta
típica hindú y los niños corren y saludan. Mañana temprano vamos a
hacer un safari por el parque nacional, que es una selva y después nos
vamos a bañar con elefantes en el río, jeje! Increible todo esto!
Estamos en varios hoteles porque son hoteles chicos, seremos unos 40
por hotel, Eso está bueno porque da otro ambiente.

Hoy hicimos rafting en un río impresionante, caudaloso, con rápidos
rapidismos y olas como de mar, metido entre las montañas con puentes
colgantes de madera atravesándolo, con gente cruzando con canastos en
equilibrio en la cabeza. El rafting es en un bote tipo gomón, ibamos
de a 6 con un guía, cada uno con un remo, trabajo en equipo total! Muy
emocionante, con momentos duros, con el agua helada entrando al bote y
remando contra las olas, alucinante! Por suerte no se nos dio vuelta,
a unos compañeros sí y estuvo salado!

Nepal es increíble! Desde que llegué al aeropuerto me llamó la
atención la "espiritualidad" que se respira.. El aeropuerto
es chico,
de ladrillo visto, sin aire acondicionado ni computadoras. La gente
espera paciente, nadie corre ni se percibe el estrés y el consumismo
que caracterizan a otros aeropuertos como el de Bangkok, de donde
veníamos. Ayer recorrimos Katmandú que es la capital. Lo que más me
impactó fue el lugar donde creman a los muertos, a orillas de un río.
Se escuchaba una música en sánscrito, mientras la gente preparaba a
los cuerpos para ser quemados, envueltos en sábanas blancas. Este es
el país más distinto de los que he conocido... No se percibe un modelo
"occidental" tan claro como en los demás países que recorrimos. La
religión juega un rol preponderante en la sociedad, afecta todo. Es un
país muy pobre pero con mucha "personalidad": las mujeres andan con
sus vestidos típicos y el tercer ojo. Las casadas llevan además una
marca en la frente que les hace el marido cada mañana. Andan con
vestidos verdaderamente elegantes, impecables en medio de la tierra
que vuela, la basura, el olor de los arroyos.

Suena tremendo

Venimos con un ritmo loco, pasando todas las noches en distintas ciudades y despertándonos a las 5 de la mañana para salir a pasear, porque “hay 40 grados, nena”.

Se maneja por la izquierda

En Malasia, Tailandia, Nepal e India, se maneja por la izquierda. Bueno, el volante está a la derecha del auto, o sea, al revés que en Uruguay. Como los ingleses, ¿se entiende?

Resumiendo... Tailandia


Tailandia fue raro. Estuvimos siete días en Phi Phi, una isla de esas que uno puede imaginar cuando está en pleno Montevideo, con lluvia y precisando vacaciones.


Fue una semana de dormir todas las noches en la misma cama, de vivir con calma y sabiendo que hay tiempo. Vino bien y lo disfruté mucho, pero de Tailandia tuvo poco.

El pasaje por Bangkok estuvo dominado por el shock de entrar al grupo de viaje. Veníamos de estar siempre en un grupo chico, decidiendo cada día qué hacer, buscando hostel, contratando tuk tuk, caminando, a estar con otras 200 personas, en un hotel de lujo, con todo organizado. El primer día que estuve íntegramente con el grupo, fue horrible. Hicimos un recorrido por varios templos budistas de Bangkok: el buda de esmeralda, el buda reclinado, el buda de mármol, demasiados budas. Fue un recorrido enfermizo de medio día: suban al bondi, bajen del bondi, saquen su foto, suban al bondi. Entrar a un lugar con el grupo lo transforma al instante en un lugar turístico, sacándole gran parte del atractivo. Además, se pierden oportunidades de contacto con la gente, de equivocarse, de que te traten de cagar, de caminar al pedo, de embarrarse y de caer exhausto en una cucheta de un hostel. Claro que también se ganan algunas cosas: está bueno tener guías en español, se aprovecha mejor el tiempo y en cada ciudad se ven los puntos más “importantes”, además de que es divertido estar con un grupo grande. De todos modos, me chocó bastante entrar al grupo y a veces todavía me cuesta disfrutar de sus dinámicas.

Bangkok me llamó la atención por lo “occidental” y “moderno”: tiene grandes autopistas, un sistema de metro y la gente se viste y actúa de un modo bastante occidental.

Algo que distingue a Bangkok de cualquier ciudad de occidente, es la importancia que tiene la religión, en particular el budismo. Como muchos de los hombres entran a un monasterio al menos durante un período de su vida, es común ver monjes budistas en la calle, haciendo actividades “diarias” con la cabeza rapada y enfundados en túnicas naranjas. Son muy respetados por todo el mundo: en los trenes hay asientos especiales para ellos y en el aeropuerto de Bangkok hay salas de espera especiales para monjes. (En ese aeropuerto también había una sala para rezar para los musulmanes). Va fotito:

Por otra parte, en los comercios y en los ómnibus es común ver fotos de líderes espirituales, a quienes les piden protección.

En las casas también se nota la importancia de la religión. Por ejemplo, para los budistas los pies son la parte más sucia del cuerpo y es común que en los comercios y las casas de familia se saquen los zapatos antes de entrar. Por otra parte, es habitual que las casas o los comercios tengan un “altar” o una especie de “casita” en el jardín o en un rincón, donde “atienden” a sus familiares muertos, dándoles comida y bebida todos los días.Además, es muy común ver en el techo de las casas, la bandera de Tailandia junto con la bandera amarilla del budismo.

En esta foto se ve una casa con la bandera del budismo y la de Tailandia, y un altar en la puerta (la casita arriba del pilar).

Este es un altar en la puerta de una casa, con las ofrendas de comida:

Otro rasgo que me llamó la atención fue la importancia que tiene la monarquía, parecido a lo que habíamos visto en Camboya. En las avenidas, en los comercios, en las casas, en el aeropuerto, en todos lados, hay carteles con fotos del rey. Fotos del rey con diversos atuendos, con distintas edades, haciendo distintas cosas.

Según dijeron los guías, la gente lo quiere mucho porque modernizó el país y “se acordó de la gente”.