domingo, 17 de julio de 2011

Te saco de algún lado

Estuve en el aeropuerto de Atenas como 6 horas, esperando que llegara el vuelo de Andrés. En ese rato –larguísimo!-, me pasó algo que nunca pensé que me iba a pasar: me sentí como en casa. La sensación ya empezó en el vuelo de Olimpic Airlines, cuando sirvieron una pechuga de pollo con ensalada de lechuga, repollo, zanahoria y tomates cherry, con aceite de oliva, sal y vinagre como aderezos. Nada de curry, ni pepino, ni cosas picantes, sólo una ensaladita como la que uno se prepararía en casa.

En el aeropuerto, fueron los idiomas. Sentía a un grupo conversando a lo lejos y pensaba: ¡son uruguayos! Pero escuchaba con más atención y me daba cuenta que ni siquiera estaban hablando en español, si no que era algún idioma europeo. Era el sonido latino, las vocales abiertas, el tono de la voz de la gente. Es difícil de explicar, pero los sonidos de los idiomas asiáticos son totalmente distintos a los europeos y la gente pone la voz de formas “raras”: voz de pito o voz inexpresiva, no sé, de forma que los sonidos resultan extraños, extranjeros a todas luces.

Después, fueron las caras. Me parecía ver gente del grupo de viaje en todos lados, cosa que jamás pasaba en otros aeropuertos, donde era evidente quiénes éramos uruguayos y quienes no. También vi primos, tíos, vecinos y choferes de cutcsa, y no sólo en españoles e italianos, si no también en gente de otros lados.

Para rematar, el clima es re parecido a Uruguay en verano! Calor de día y fresquito de noche. Desempolvé (literalmente) el bucito de media estación, que desde China no había usado, salvo en los vuelos. La diferencia con Uruguay es que no llueve y no hay nubes, los días fueron siempre lindos, como un 2 de enero lindo.

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