
martes, 31 de mayo de 2011
Corte de pelo

lunes, 30 de mayo de 2011
Malasho
Kuala Lumpur
Poco para decir. Fuimos como escala antes de ir a Phuket, para llegar a Phi Phi y nos quedamos dos noches ahí. Tenía muy pocas ganas de ir porque me quería quedar en Camboya, recorrerla más.
Veníamos de un mes de movernos por tierra, habíamos recorrido varios miles de kilómetros, disfrutando de los cambios graduales, de ir viendo terrenos áridos convertirse en praderas de a poco. Hasta ese momento los cambios más bruscos se habían dado al atravesar las fronteras China/Vietnam y Vietnam/Camboya, pero el cambio de subirse al avión en Camboya y bajar en Malasya, fue salado, no me gustó.
Kuala Lumpur es una ciudad moderna, que básicamente se formó a fines del siglo XIX y creció en el XX. Es una ciudad linda y cuidada, pero para mi gusto, le falta encanto.
Lo que más me gustó fue la convivencia de culturas que hay. La población se divide en tres grandes grupos:
- Chinos
- Indios
- Musulmanes.
Está bueno porque conviven pacíficamente y es común ver una china de minifalda al lado de una musulmana toda tapada y en seguida una india con el tercer ojo rojo en la frente. Vi avisos de celulares, por ejemplo, que mostraban amigos de los tres grupos, compartiendo.
Dentro de los musulmanes, hay de todo: mujeres de burka, que sólo muestran los ojos (maquilladísimos) en pareja con hombres de bermudas y gorrito de vicera, mujeres vestidas a lo “virgen María” en pleno shopping tecnológico, mujeres vestidas al estilo occidental y con un velo moderno, a juego con el resto de la ropa, a veces con estampados o lentejuelas.
Creo que los musulmanes son el grupo más influyente en las costumbres: el alcohol es carísimo porque tiene muchos impuestos y en muchos lugares ni siquiera venden. Veníamos de Camboya, donde en cualquier bar lindo se podía tomar un chop de cerveza helada por medio dólar y pasamos a 7 dólares el chop, ó 3 en happy hour (de tarde).
Al lado de los vietnamitas y camboyanos, los malayos nos parecieron los reyes de la mala onda. Tal vez sea por lo de gran ciudad, pero eran muy antipáticos.
Me faltan cosas de Camboya y Vietnam
domingo, 29 de mayo de 2011
3 días en Camboya
En general las construcciones son de madera sobre pilotes, porque en la estación de lluvias (junio a octubre), el principal lago se desborda y queda casi todo el país bajo agua. Son casas sencillas, abiertas, se vive afuera y con la puerta abierta. Igual que en Vietnam, en general la gente se sienta en el piso, seguramente por el calor. Está lleno de hamacas paraguayas hechas de red, se sientan a charlar en torno a ellas como en Vietnam lo hacían en banquitos chiquitos de plástico. Hay mucha gente, en especial niños, por todas partes. Niños trabajando, niños jugando, niños en la escuela, niños pidiendo, niños llorando, niños corriendo. Muchos niños.
La infraestructura es mucho más básica: la carretera por la que fuimos está en buen estado pero los demás caminos son de tierra, que con las lluvias resulta barro. Para cruzar un río importante, hay una especie de barco de punta a punta, pero no hay puente. Especialmente en China pero también en Vietnam, se veían obras públicas bastante seguido, carreteras, puentes, escuelas. En Camboya se ven algunas obras paradas y nada más.
El camino está salpicado de puestos callejeros, tipo feria, donde venden fruta y carne, sin heladera y lleno de moscas. Se ve mucha basura en todos lados, basura urbana que inunda el campo y la ciudad.
"El" medio de transporte es la moto, pero muy salado...! No es raro ver 3 ó 4 adultos en una moto, o 3 adultos y 2 niños hechos sánguche. Si no, agregan un trailer a la moto y ahí van hasta 15 personas, o transportan cualquier tipo de carga con gente arriba, una locura total...!
Lo que me pareció más triste de Camboya es la cantidad de gente que pide en las calles: niños harapientos, viejos viejísimos, jóvenes mutilados por minas que quedaron de la puta guerra de Vietnam... Y más triste aún, la desigualdad flagrante, que junta las 4x4 con las motos y las moscas de los mercados.
Con todo eso, estar en Camboya es una experiencia fuerte, por momentos dura pero a la vez fascinante. Porque junto con esa pobreza que a veces pega como una cachetada y me hace sentir la más burguesa, la más occidental, la más turista, se encuentra una gente divina. Gente tranquila, amable, gente que te trata de igual a igual. Los colores por todas partes, los cantos que vienen de lejos, el olor del incienso en la calle, el pescado asado, el sonido de las bocinas, los niños corriendo... Todo eso resulta en un colllage agridulce del que apenas pude saborear un poco.
La guerra de Vietnam
Creo que a los uruguayos y a los occidentales en general, Vietnam nos suena a guerra. Recorriendo Vietnam, es difícil imaginar el conflicto al ver la gente que es re pacífica. Hay lugares concretos donde se recuerda la guerra. Por ejemplo, en la mitad de Vietnam, se encuentra la zona desmilitarizada que dividía el norte y el sur durante el conflicto. La ciudadela de Hué (desde donde gobernaba el emperador) fue bombardeada por los yanquis durante la guerra.
Rascando un poco más, se pueden percibir rastros invisibles. Quienes viven en la antigua capital de Vietnam del sur, la siguen llamando Saigón a pesar de que se llama ciudad Ho Chi Minh desde la década del 70 (nombre nada casual: Ho Chi Minh es el héroe nacional de Vietnam, líder del partido comunista, originario del norte, murió antes de que terminara la guerra).También percibimos el recelo que existe entre los habitantes del sur y los del norte. Los del norte dicen que los del sur no tienen valores como la amistad y la familia, que se venden por plata, que son consumistas. Los del sur dicen que los del norte son cerrados, que se quedaron en el pasado, que son antipáticos.
De la guerra en sí yo sabía poco: una guerra importante en el contexto de la guerra fría, los yanquis intervinieron contra el Vietnam comunista con el pretexto de frenar el avance de ese tipo de regímenes en el mundo. Los yanquis perdieron. Punto. No sabía nada más.
Con esas pocas ideas llegué al museo de la guerra en Ciudad Ho Chi Minh. Se empieza por el piso de abajo, donde se recogen las manifestaciones de apoyo a Vietnam (del norte) en el conflicto. Fotos de marchas en todo el mundo (incluido Montevideo), pancartas, testimonios de gente, posters de propaganda, artículos sobre gente de todo el mundo que se quemó viva para manifestarse en contra de la guerra. En los siguientes pisos, hay fotos de la guerra y las consecuencias que tiene hasta hoy, cuando se siguen encontrando minas sin explotar, mutilando gente que nació después de la guerra. Hay también una parte especial sobre las armas químicas (napalm, factor naranja y otras) y las consecuencias que tienen hasta hoy, donde niños siguen naciendo con enfermedades a causa de modificaciones en el ADN de sus padres. El museo recoge también el rol de los fotógrafos y periodistas de guerra, que fue central para generar el rechazo a la guerra en la opinión pública del mundo. Las fotos que hay son increíbles, parecen salidas de una película (aunque claro, debe ser que las películas parecen de verdad), fotos de soldados yanquis matando desde un avión, o llorando en una base, o escribiendo cartas y fotos niños muertos, campos destrozados, viviendas de madera quemadas por tener libros comunistas. De a ratos daban ganas de matar a todos los yanquis, de gritarles en la cara que son una sociedad de mierda. Me acordaba de un tipo que vi en Xian con una remera que decía “proud parent of a US marine” y me daba un asco increíble. Pero al mismo tiempo miraba la cara de los soldados en las fotos y veía que eran unos nenes, veía los nombres y abundaban los Rodríguez… Entonces la cosa es más compleja… Hay sufrimiento de los dos lados, por dos pesos, por una fábrica de caucho, por una hegemonía política. Mientras los Johnson y los Kennedy daban órdenes, sus hijos iban a la escuela y se llenaban la boca hablando de democracia, en Vietnam se rompían pueblos enteros y miles de chiquilines se convertían en futuros veteranos de guerra, locos y olvidados.
Salí del museo con el alma apretada, sintiendo que el mundo es un lugar jodido, que el ser humano es capaz de cosas horribles por nada, por una ideología, por poder.
El idioma en Viet nam
Después de salir de China, donde los carteles son indescifrables salvo que estén también en inglés, fue una alegría llegar a Vietnam, donde se escribe con letras occidentales (con algunas pequeñas diferencias). Después, recorriendo vimos que los edificios antiguos tienen letras chinas. Averiguando un poco, supimos que hasta principios del siglo XX se utilizaban los símbolos chinos para escribir, donde cada símbolo es una sílaba. Supongo que por eso ahora la mayoría de las palabras las escriben separadas por sílabas (“Xin chao”=”hola”; “Cam on”=”Gracias”; “Viet Nam”; “Ho Chi Minh”).
De todos modos, en Vietnam –a diferencia de lo que pasaba en China- mucha gente habla en inglés, especialmente en los lugares turísticos. Eso hace mucho más fácil la comunicación, pero se pierde la emoción de hacerse entender. En China un día queríamos saber si una comida era pescado y como no nos entendíamos terminamos dibujando uno con carita y todo y un signo de pregunta después. En Vietnam cualquiera en la calle habla inglés, así que por más que intentáramos decir “xin chao” y “cam on”, nos respondían con un “hello” o un “you are welcome”.
Frío/calor en Vietnam.
En la playa, las adolescentes andan de vaquero y remera y así se meten al agua. Las más viejas, simplemente esperan al atardecer para bajar a la playa.
Parece mentira las cosas que veo...


miércoles, 11 de mayo de 2011
Redacto: Vietnam
domingo, 8 de mayo de 2011
Yo te vi en un tren
Lo mejor del viaje por China fue haberlo hecho como lo hicimos, a pulmon, manejandonos a pura intuicion y lonely planet, sin tours contratados ni guias.
Un viaje en tren es como un condensado de China, con sus olores, sus sonidos, su gente, comidas, sensaciones.
Pasamos un dia entero en un tren de Shanghai a Beijing sin asiento; dos noches en tren con cama (se llaman "hard bed", son como cuchetas) de Taiyuan a Xian y de Xian a Mianyang; 26 horas de corrido de Chengdu a Guilin y una noche mas entre Guilin y Nanning. Ver mapa
En esas horas de tren (unas cuantas!) vimos muchas de las cosas que "salen mucho" en China:
--> El chino chusma
Se meten en cualquier conversacion, estas sacando una foto y meten la cabeza, con el infaltable gesto de "peace and love" (que vimos que tambien sale mucho). En el tren de Shanghai a Beijing estabamos sentados en una mesa cuatro de nosotros con dos chinos y estabamos discutiendo con lapiz y papel que pasajes de tren comprar. De repente y sin previo aviso, uno de ellos (muy amable hasta el momento) nos saco el papel de las manos y se puso a leer abiertamente y a mostrarle al otro (a quien no conocia)
--> La china coqueta
Los chinos en general se preocupan mucho por la estetica, "consumen" mucho la imagen. Las chinas en prticular se arreglan mucho, con estilo occidental pero exagerado y como son muchas, con mucha variedad. Usan mucho tacos altos, incluso en el tren: hay que verlas con sus tacos trepando la cucheta de tres pisos!
Usan muchos productos de belleza. Aca se usa la piel blanca y la cuidan mucho, con parasol en la calle incluso. Asi es que Nivea, que en Uruguay vende bronceador sin sol, en China vende cremas blanqueadoras.
--> La comida con olores
Comen durante todo el trayecto, salvo despues de que se apaga la luz (entre las 22 y las 6 aprox). Comen todo tipo de cosas, todas envasadas. No sale nada el tupper desde la casa, todo es comprado. Consumen mucho mucho ese tipo de cosas, tambien por la calle.
--> El desconocimiento de lo occidental.
China es enorme. La cultura china esta salada. Escriben distinto al resto del mundo. Su contacto con lo occidental es, en general, escaso (salvo en Shanghai y Beijing). En los trenes, llamabamos muchisimo la atencion, nos miraban como si fueramos seres extranos. Si hay ninos, al ver a un occidental los adultos los hacen saludar y decir "hallooo", siempre con risas nerviosas. Contestarles "nihaooo" es una risa asegurada.
--> El gargajo con ruido
El peor tren fue el ultimo, Guilin-Nanning. El tren venia de 3 dias de viaje cuando nos subimos. En la cama que nos toco ya habia dormido gente. En el compartimiento de al lado habia una gallina. A la entrada habiamos visto un raton muerto. Un asco total y encima nos habia tocado a todos separados.
Asi que entramos, ya eran las 11 y media de la noche y se notaba que habian prendido las luces para que entraramos nosotros pero la gente venia durmiendo desde antes.
El tipo que dormia en la litera arriba mio roncaba como un hijo de puta! Salado, salado. Para dormir me tuve que poner los auriculares a todo volumen.
De a rato en rato, se despertaba, uf! Que alivio, no ronca mas -pensaba- Pero no. Justo ahi, lo sentia, que juntaba fuerzas y gjgjrrrstp...! gargajo! Que hijo de puta! No pregunten a donde escupia, no lo se. Yo solo me ponia chiquita y me tapaba la nariz con un panuelo, deseando dormirme rapido...
--> El chino que te ayuda hasta el final
Lo deje para el final porque es lo mas lindo de la gente de China. El que te puede ayudar, te ayuda a morir. En general es la gente joven, que entiende ingles y tiene una mentalidad abierta. Cuando ibamos a Xian teniamos los minutos contados y teniamos que hacer muchas vueltas complicadas. Nos hicimos un amigo en el tren que nos escribio todo lo que teniamos que hacer y se bajo con nosotros, nos ayudo a comprar los tickets para los sigueientes dias (una ayuda vital porque los que atendian en la estacion no hablaban ingles), nos acompanho a la estacion de omnibus, nos compro los boletos, nos acompanho hasta el omnibus que nos teniamos que tomar y nos indico como y a que hora volver. Todo eso un lunes a las 7 de la manhana despues de un viaje de 15 horas. Un divino. Y no fue el unico, a lo largo del viaje muchos nos ayudaron, incluso bajandose del omnibus antes para acompanharnos al lugar que estabamos buscando.
Estando en Guilin, una chica se nos acerco y nos pregunto de donde eramos. No entendio nada nuestra respuesta, pero nos dijo un "Im glad youre here" con una sonrisa enorme y llena de choclo y salio corriendo, riendose sola.
jueves, 5 de mayo de 2011
De Pingyao a Chengdu (recortes de mails)
Bu ia
Vamos entendiendo de a poco cómo manejarnos en China. Cuando fuimos a la muralla, el conductor nos bajó a mitad de camino, directamente donde estaban unos tipos ofreciendo alquiler de minibús. Caímos como angelitos y nos bajamos del ómnibus, pero logramos conseguir otro ómnibus, orientarnos y finalmente llegar a la muralla. A partir de esa experiencia, entendimos que hay un implícito para “cagar” a los turistas, los tipos que alquilan minibuses les piden a los conductores de los buses de línea que lo hagan y éstos lo hacen. En la peripecia que nos llevó a la Muralla (un viaje de 1 hora y media que nos llevó 5 horas), dimos con un yanqui (dicho en el sentido general, no sabemos de dónde era) que da clases de inglés en Huairú y que nos enseñó a decir “no quiero” en chino: “bu ia”. Palabras mágicas. Cuando los vendedores se ponen pesados, alcanza con un “bu ia”. La segunda vez que nos quisieron bajar del bondi para caer en manos de los “buitres”, respondimos con un amable “bu ia” y seguimos adelante.
Sensaciones
La experiencia de China está siendo muy salada. Absolutamente todo es diferente. La forma de comportarse de la gente, los olores, los sonidos, las calles. Ayer íbamos por Taiyuán, una ciudad a mitad de camino entre Beijing y Xian, y vi una esquina que me recordó a Avenida Italia y Bulevar Artigas, frente a Tres Cruces. En ese momento caí en la cuenta de cómo facilita las cosas estar en un lugar conocido, en aspectos casi imperceptibles. En estos 15 días que van del viaje, nos enfrentamos todo el tiempo a lugares desconocidos, gente desconocida, reglas diferentes. Intento absorber todo, llenarme de este mundo inmenso, lejano y a la vez tangible. Nuestro grupo de viaje es un refugio, una familia itinerante.