miércoles, 11 de mayo de 2011

Redacto: Vietnam

Me encanta Vietnam.
La gente es amable y sonríe mucho. Los paisajes son impresionantes, preciosos. Tiene mucho de estampa de libro sobre el sudeste asiático y a la vez está llena de vida, de tráfico, de caos humano y lindo. Hay algo que no puedo transmitir bien y que me hizo sentirme en un lugar conocido.
Apenas cruzamos la frontera con China, ya empezamos a ver las pequeñas parcelas verdes sembradas de arroz y la gente trabajando la tierra, con gorros cónicos. Estampas como pintadas por todos lados.
Hanoi, la capital, es un lugar increible, con miles de motos que circulan inexplicablemente sin chocarse, donde cruzar la calle al principio parece una odisea pero después se entiende que hay que fluir entre el tránsito porque cada uno tiene un lugar en el caos.















La bahía de Halong es mágica, no hay foto que le haga justicia. En realidad es una gran extensión de agua verde con morros salpicados por todos lados e islas con grutas. El paisaje no se parece a nada que haya visto antes y estando ahí hay que llenarse los ojos y los pulmones del lugar, porque cuesta creerlo.
Pasamos por Hue y ahora estamos en Hoian, una ciudad con playa y callecitas angostas con tiendas de ropa por todas partes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario