jueves, 11 de agosto de 2011

Estambul es Eurasia








Me acuerdo una vez que escuché que Lugano jugaba en un cuadro de Estambul y pensé: pobre tipo! Nada que ver. La ciudad está buenísima, una de las más lindas que he conocido. Es una mezcla fascinante entre lo occidental y lo oriental. El resto de Turquía tiene características muy asiáticas, pero en Estambul se da una mezcla muy interesante, que hizo que la nombraran capital europea de la cultura del año pasado.

La mitad de Estambul está en Asia y la otra mitad en Europa. Las dos partes están separadas por el Bósforo, un estrecho que une el Mar (Mediterráneo) con el Mar Negro. Hicimos un paseo en barco por ahí; éste es uno de los puentes que une los dos continentes:

A pesar de los 18 millones de personas que viven ahí, la calidad de vida parece ser buena. Tienen una rambla muy linda, donde la gente pesca, pasea y hace picnics:


Estambul tiene de Asia las especias, los vendedores ambulantes, los gritos, las mujeres tapadas, la comida, el reiterativo llamado musulmán al rezo. Tiene de Europa lo moderno, un buen sistema de transporte, zonas en crecimiento, una zona enorme con boliches para salir de noche y un estilo de vida con vetas muy occidentales. El paisaje es hermoso y tienen edificios viejísimos y bien conservados en los que se pueden ver pasar años y emperadores.

Turquía es una sucesión de imperios: el hitita, el bizantino, el otomano, el turco. Todo eso está ahí, como también lo vimos en el resto del país, pero en Estambul está todo en cuestión de cuadras:

Hagia Sofía (santa sabiduría) era una iglesia cristiana enorme, construida en el siglo XIII. Cuando cayó el imperio romano bizantino y los otomanos vencieron, transformaron la iglesia en una mezquita. Desde la época de Ataturk (“padre de la Patria” de los turcos y también –y no son hechos separados-líder del genocidio armenio) el edificio se transformó en museo. Se descubrieron las figuras cristianas que habían sido tapadas por los otomanos y lo que se ve hoy es una mezcla de símbolos, algo así como 800 años de historia resumiditos en un lugar:


En frente a la Santa Sofía está la llamada Mezquita Azul. En realidad no sé porqué se le dice así en español y en inglés, porque en turco es la Sultanhamet Cam; “Cam” es mezquita y “Sultanhamet” es la zona donde está ubicada, que es donde vivía el sultán. Además, la mezquita no es azul, aunque la cúpula está decorada predominantemente en ese color, como se ve en esta foto:


La visita a esa mezquita fue de las experiencias que más me llegaron en Estambul y probablemente en todo el viaje. Fuimos un viernes, que es el día sagrado de los musulmanes. Llegamos justo cuando estaba empezando el rezo del mediodía que por ser viernes es más importante, algo así como una misa de domingo para los católicos. Como estaba empezando esa oración, no se podía entrar a la mezquita todavía, y nos quedamos esperando en la parte de atrás del patio de la mezquita.

La mezquita tiene una parte enorme adentro, donde sólo pueden entrar los hombres y unos lugares laterales donde van algunas mujeres

El resto de las mujeres se quedan en el patio con los niños, pero atrás, al lado de donde estábamos nosotros. No sé mucho cómo funciona la cosa, pero parece que la oración fuera cosa de hombres, las mujeres rezan pero no dan demasiada pelota a lo que pasa adelante.

En este videíto se ve parte de la oración. Fíjense en los tres niños de unos 6 ó 7 años que participan con total atención.


Más allá del tema de la distinción de los sexos, que puede ser indignante desde nuestra perspectiva, en esa “ceremonia” vi una devoción y un movimiento colectivo que nunca había visto en otras actividades religiosas. Primero que nada, va muchísima gente: en Uruguay no va tanta gente al templo ni en la misa de Navidad. En segundo lugar, creo que todos los que estaban ahí tenían mucha fe, porque en Estambul mucha gente es turca pero no profesa el islam.

De algún modo, estar ante esa cantidad de hombres rezando y cantando, arrodillados descalzos, me transmitió una paz impresionante. Al verlos, fue inevitable no pensar en lo absurdas que son las persecuciones religiosas y los prejuicios que nos hacen ver en todo musulmán a un Bin Laden.




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