Y sin embargo, me sentí como en casa, rarísimo!
Pequeños detalles culinarios:
Plaza de la ciudad vieja de Praga. Puestitos de comida. Chori a las brazas, guisitos y olor a leña quemada, ahhh!
Sí sí señores, la vieja y querida torta frita! En pleno Praga. Ta, no era torta frita tal cual, tenía un poco de gusto a levadura y te la vendían con tomate y queso por arriba, pero fue lo más parecido que vi en el mundo!
Y lo más increible, "el país del Ricardito"!
Además, otros detalles: gente tomando vino suelto, en botella de coca cola, por la calle; los lugares turísticos "al natural", no hiper limpios ni hiper cuidados, pero hermosos, lindos... La gente, bastante callada, reservada, con gusto por la música, agnósticos en un 80%... Las afueras de Praga, muy parecidas a un barrio de Montevideo, onda Malvín Norte, una cosa así. Y una melancolía en el aire...
Resumiendo, nada que ver con Uruguay. Pero igualito.
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