domingo, 24 de abril de 2011

Beijing Beijing

Antes de venir al viaje, Shanghai y Beijing eran 2 ciudades de China que no se diferenciaban en mucho más que los paseos para hacer. Pero después de estar acá, los nombres se llenaron de olores, de caras, de sensaciones, de subtes apretados, de indecisiones al comer. Después de la locura de Shanghai, Beijing pareció casi familiar. El ritmo es más tranquilo, la gente camina más lento, te saludan al entrar a un lugar, no se atropellan tanto para entrar al metro.

Claro, en el mercado de la seda la cosa no es tan así. El mercado es como si fuera una “expo” de 18 de julio, pero enorme enorme, de 5 pisos. El regateo es la regla y apenas entramos, sólo por la cara, escuchamos “hola, remeras, barato, baratito… guapa, guapísima, sólo para ti”. Los vendedores son políglotas a fuerza de comisiones y el frenetismo es total. Compré algunas cosas que precisaba, a menos de la mitad de lo que cuestan en Montevideo, pero sin hacer graaaandes negocios.

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